Los inicios de la homeopatía
El padre de la
homeopatía, el Dr. Samuel Hahnemann, no estaba muy convencido de que la
medicina de su tiempo fuese muy efectiva. Nacer en esos tiempos implicaba que
la medicina de aquella época usaba sanguijuelas para calmar la fiebre, morfina,
codeína y heroína para calmar a los niños, y mercurio para ayudarte a ir al
baño. En 1790, Hahnemann tragó polvo que
venía de un árbol de quina, que se
utilizaba de aquella como un remedio para la Malaria. Tras consumir ese
polvo, Hahnemann tuvo una fiebre y esto lo llevó a extraer su primera
conclusión: “las medicinas que ayudan a los enfermos,
traen los mismos síntomas de la enfermedad que curan, en la gente sana.”
La siguiente conclusión “lógica”: “las substancias que producen
un síntoma en la gente sana, sirven para sanar ese síntoma o la enfermedad que
lo genera.” Y de ahí viene el nombre de homeopatía que significa “misma dolencia”.
Los
ingredientes, afirmaba el doctor, debían pasar por un proceso de
“Potenciación”: mientras más pequeña la dosis, más poderosa la
substancia. En ese tiempo, los doctores aún no conocían que los virus y
las bacterias causaban las enfermedades por lo que el Dr. Hahnemann se sumaba a
la teoría dominante de la época: las emanaciones fétidas del agua y el suelo
ocasionaban las enfermedades y por tanto, sus medicinas estaban diseñadas para
combatir estos miasmas, de los cuales, por ejemplo, el miasma de la “psora”,
que ocasionaba síntomas de picazón, era la causa de enfermedades como la
epilepsia, el cáncer, la sordera y las cataratas.
¿Cómo se hace un remedio homeopático?
La substancia ha de ser diluida por el homeópata y agitada con 10 golpes fuertes
contra un cuerpo elástico para así obtener el resultado.
Esto
significa dos billones de dosis por segundo, a
seis billones de persona, por 4 billones de año, para que una sola molécula del
material le llegue a un paciente.
El resultado
es simple: casi todas las medicinas homeopáticas carecen de moléculas de los
ingredientes que se supone deberían de ayudarte. Es decir, son pura agua y azúcar. Según la
homeopatía, esto no es ningún problema.
Hoy en día no
es imposible demostrar si el efecto estos medicamentos funciona, ya que la
medicina ha avanzado mucho en estos 200 años.
Críticas a la homeopatía
Una de las críticas más destacadas es que la homeopatía no
puede llevarse a cabo de un modo “estandarizado”, precisa de un experto que evalúe
los síntomas y señales para poder prescribir la fórmula adecuada. Si eso fuese
cierto, no tendría sentido comprar remedios homeopáticos en la farmacia o
por internet, porque no tendrías la ayuda del médico
homeópata. Pero antes de acudir a un homeópata, ten en cuenta lo
siguiente: los estudios que muestran efectos “positivos” de la homeopatía
presentan uno de dos problemas:
a) Tienen
muestras muy pequeñas: este ejemplo lo
ilustra bien: si lanzo una moneda diez veces, es probable que salga
más veces de un lado que de otro, pero esto no demuestra nada. Para
conseguir lo que eventualmente sucede, debería de lanzar la moneda muchas
veces, cientos de veces diríamos hasta encontrar el verdadero resultado. Este ejemplo explica claramente por qué es tan fácil que los estudios
realizados solamente con unas pocas personas muestren resultados que no
necesariamente explican la realidad.
b) No comparan
con placebos: el efecto del placebo puede dar increíbles resultados.
En función de lo que estás estudiando, puedes encontrarte con más de un 50% de
mejoría en más del 50% de la población.
Conclusión
En la
actualidad, teniendo presente el origen de la homeopatía, su técnica y el que
aún no he visto evidencia de que funcionan más allá del efecto placebo.
Quizás la
ciencia aún no ha encontrado una forma de estudiar a la homeopatía, y por tanto
en algún momento podemos encontrar que sí es efectiva, al menos para algunas
condiciones. Por tanto, en mi opinión, deberíamos de usar algo que se haya
probado que tiene algún tipo de efecto, o que al menos tenga una lógica mejor, por lo que prefiero
recomendarte algo que haya probado algún tipo de efecto, o que al menos tenga
una lógica más sólida que lo mantenga.
Correcta entrada, Noemí.
ResponderEliminarSaludos